sábado, 16 de abril de 2016

2.2 COSTUMBRES Y FOLKLORE

El binomio Fiestas-Folklore es indivisible. Es imposible desvincular uno del otro y mucho menos contemplarlos y analizarlos separadamente. Las fiestas son la expresión más viva y auténtica de la forma de ser de los pueblos, de sus valores, de su forma de entender la vida, de su idiosincrasia, de su manera de ser y sentir, etc., y el folklore es la forma y el vehículo a través del cual vivir, manifestar  y  transmitir colectivamente dichos valores y sentimientos.




El folklore candeledano es fruto de dos formas de entenderlo y manifestarlo: “la de los del pueblo y la de los cabreros”. En ambos casos se trata de un folclore espontáneo, aprendido y practicado, casi por todos, con la misma naturalidad con que se habla o se anda, sin que sea una especialidad de una minoría. Es un folclore hecho por todos y para todos.




El folklore de Candeleda es el resultado de la fusión de la voz y la cuerda, aunque también haya canciones que se cantan a capela, por ello hay que resaltar la importancia de los “guitarreros” en lo que al folklore autóctono se refiere. 


 "En Candeleda se canta con guitarras o sin ellas, en las fiestas y en las bodas, en las tareas domesticas y en las del campo, en grupos o individualmente. Si hay acompañamiento de guitarreros, es, desde luego, lo propio en jotas, rondeñas y malagueñas, y, en todos los casos un estimulo infalible. Un par de guitarreros tocando una rondeña en cualquier calle de Candeleda son un reclamo seguro para la aparición espontánea de unos cantaores con un arte tan depurado que hacen bueno el dicho de un gran tocaor verato, está claro que Candeleda es la madre de la rondeña”.


La importancia de los cabreros en la creación y conservación del folklore candeledano era también puesta de manifiesto por Pedro Vaquero: “Los cabreros han conservado como ningún otro grupo el tesoro de sus tradiciones populares. Entre ellas, los cantes y los bailes ocupan un lugar destacado, y los cabreros los han practicado sin desaliento en toda su pureza. Se caracterizan porque practican casi exclusivamente los cantes con acompañamiento de cuerda – jotas, rondeñas y malagueñas – y porque, sin ser muy técnicos en la instrumentación, tocan con un ritmo especial, rápido, rabioso, dando gran importancia a la percusión, a base fundamentalmente de triangulo y botella.  El resultado es la más genuina música para el baile que nunca, y una y otro, música y baile, son ingredientes que nunca faltan en una juerga de cabreros. Aunque entre los cabreros abundan los buenos tocaores y cantaores, podemos citar a modo ilustrativo y por ser uno de los más conocidos, a Eusebio Morcuende, un excelente guitarrero y un gran cantaor con un repertorio inagotable de las más bellas coplas que puedan escucharse en estas sierras. Eusebio toca la guitarra y canta sin motivo o con él. En casa de Eusebio, en plena Sierra de Gredos, se da una síntesis perfecta entre progreso y tradición: el bienestar no tiene por qué estar reñido con la conservación de la identidad cultural autóctona”.




De los cantes de Candeleda, las “jotas”, las “tonás”, las “toreras”, los “cantos de invierno”, los“romances”, Pedro Vaquero destacaba muy especialmente “la rondeña”. Respecto de esta última, decía que: “La rondeña de Candeleda es más autentica cuanto más sosegada. Es el estilo en el que el cantaor puede derrochar más facultades, es también en que se puede interpretar con más sentimiento y el que puede llegar a ser más bello. Esta rondeña tiene características propias dentro de las múltiples variantes y estilos, lo cual tal vez es debido a la inmensa cantidad de practicantes que tiene. Por cantidad, calidad y variantes Candeleda es sin lugar a dudas el pueblo de la rondeña por excelencia”.Además de un folclore en el que la voz se hace acompañar por guitarras, laudes y bandurrias, existe en Candeleda existen los denominados “cantos de invierno”– que lo hace con zambombas, calderos de hierro utilizados en la antigua cocina tradicional y otros instrumentos de percusión como almireces y botellas. Es el folklore navideño que en lo fríos días del invierno recorre la calles de la localidad, pero que también se pasea por la geografía nacional dando a conocer esta variedad del rico folckore.


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